
“Iván Ilich vio que se moría y su desesperación era continua. En el fondo de su ser sabía que se estaba muriendo, pero no sólo no se habituaba a esa idea, sino que sencillamente no la comprendía ni podía comprenderla.
El silogismo aprendido en la Lógica de Kiezewetter: «Cayo es un ser humano, los seres humanos son mortales, por consiguiente Cayo es mortal», le había parecido legítimo únicamente con relación a Cayo, pero de ninguna manera con relación a sí mismo. Que Cayo -ser humano en abstracto- fuese mortal le parecía enteramente justo; pero él no era Cayo, ni era un hombre abstracto, sino un hombre concreto, una criatura distinta de todas las demás.
[...]
Cayo era efectivamente mortal y era justo que muriese, pero «en mi caso -se decía-, en el caso de Vanya, de Iván Ilich, con todas mis ideas y emociones, la cosa es bien distinta. Y no es posible que tenga que morirme. Eso sería demasiado horrible».”
La muerte de Iván Illich.
Leon Tolstoi.

Gran petit llibre aquest, el vaig llegir ja fa temps. El que explica li passa a molta gent, segurament a tots una mica, fins i tot als que ens agrada parlr de la mort.
ResponEliminaSí, tens raó. És un gran llibre i una bona manera de començar amb Tolstoi; jo el vaig llegir l'any passat i em va impressionar.
ResponElimina:)